sábado, 17 de noviembre de 2012

HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DE ARANTZAZU DE LIMA 1612-2012


MUNDIAL
23 de julio de 1921
N° 321

El valiente marino argentino Barraza, que en un banquete de chilenos, brindo por Miguel Grau

LA HIDALGA ACTITUD DE UN ARGENTINO

El año de 1899 ocurrió un incidente en Chile, que produjo intensa emoción en Lima y que nos es grato rememorar en estos días de ferverosa evocación patriótica y a la vez simpatía por la República de Argentina que de San Martin a Sáenz Peña y Tassi, ha revelado siempre su amor por el Perú. Un marino argentino apellidado Barraza, brindo en Valparaíso por Grau, nuestro héroe representativo de la guerra con Chile, produciendo el más vivo sentimiento de gratitud en el Perú. 

Llegados a Lima los ecos de tan hidalga actitud, el poeta don Elías Alzamora escribió para “El Perú Ilustrado”, unos versos circunstanciales, que reproducimos con la información que la prensa chilena dio de tan curioso incidente. Don Elías Alzamora, el autor del fresco poema “La Rabona” dejo las musas hace muchísimo tiempo. Hoy reposado por los años, ejerce un alto cargo en la Sociedad de Beneficencia de Lima, en la que es archivo viviente y ejemplarizador auxiliar en las labores de tan importante oficina. Sin embargo de lo prosaico de sus actuales ocupaciones estamos seguros que don Elías Alzamora sienta la nostalgia de sus tiempos de bohemia romántica y justo es al recordar la hidalga actitud del generoso marino del Plata, que recordemos también a en quien, entre nosotros, lo ensalzo en versos de encendido patriotismo y de caballeresco y emocional reconocimiento.

He aquí la información y los versos de Alzamora:

Brindis por Miguel Grau

En “El Heraldo” de Valparaíso, fecha 25 de febrero de 1889, encontramos lo siguiente:

Habíamos guardo silencio acerca de un incidente que ocurrió en el Club Valparaíso, por respeto a nosotros mismos, pero ya que él ha salido de los linderos de la conversación no podemos resistir a trascribir un suelto que acerca de ese suceso encontramos en un diario de Santiago: Dice “El Independiente”.

“Decía, pues, que el cónsul argentino ofreció una comida a la oficialidad de la cañonera, a la cual no asistieron los jefes de nuestra marina, que habían sido invitados, pero a la cual asistió el Comandante General.

En ella se gastaron las mismas cariñosas atenciones, la misma franca cordialidad, la misma fraternidad abierta, que han encontrado nuestros huéspedes desde que entraron por primera vez en aguas chilenas, al fondear en Punta Arenas, y que han encontrado después en Talcahuano y en Valparaíso. Cuando se retiraron  de la mesa del Cónsul, uno de los presentes propuso ir a vaciar la última copa de champaña al Club Valparaíso, el centro social más escogido tal vez de nuestra ciudad.

Aceptada la invitación, se dirigieron todos al club, donde los marinos argentinos fueron presentados a los que allí estaban, y donde se les atendió con la misma galantería, mientras se preparaba rápidamente la cena.

Una vez en el comedor, y llenadas las copas de champaña, el caballero invitante propuso vaciarlas en homenaje a un gran guerrero americano que simbolizaba la fraternidad Chile y Argentina, y cuyo nombre glorioso que vivirá siempre en la historia y en el corazón de los dos pueblos, seria perpetuo lazo de unión para ambos: en homenaje al General San Martin.

Como se ve, ningún recuerdo podía ser más cortes y más oportuno en aquellos momentos en que se festejaba a oficiales de guerra argentinos. Se evocaba  una gran figura de una epopeya común a Chile y aquella república, y se colocaba asa, en momentos de expansión y de afecto, a chilenos y argentinos a la luz fraternal de una gloria común.

Levantándose para contestar el brindis uno de los marinos argentinos, pidió una copa por otra figura inmortal de la historia americana:

- “Por un héroe legendario, cuya gloria bastaba por si sola para dar honor aun continente, por un marino que debió alumbrar al mismo océano en la reciente guerra del Pacifico, por uno de esos guerreros sublimes ante los cuales el sentimiento de la nacionalidad desaparece para dejar solo en el alma el sentimiento de a admiración.

Todos veían ya brillar en los labios del marino argentino el nombre de Prat y con la copa levantada esperaban que fuese pronunciado ese nombre augusto y querido para dar expansión a los sentimientos generosos del entusiasmo y de la fraternidad…

Por un héroe eminentemente americano, continuo el marino argentino; por el inmortal marino a quien todos los que seguimos la carrera del mar debemos tomar como ejemplo y como modelo; Señores, por Miguel Grau!”.

Difícil seria pintar la impresión que causaron estas palabras; una bomba que hubiese estallado en medio de la sala no habría producido un movimiento igual de estupor. Las copas volvieron a caer llenas sobre la meza, y pasado el primer momento de asombro que casi no había dejado lugar a la indignación, circulo naturalmente por los asientos un aire amenazador, duramente reprimido por el hidalgo sentimiento de encontrarse los ofendidos dentro de su propia casa.

 El mismo comandante argentino quedo sorprendido de la inesperada salida de su oficial y notando la impresión desastrosa que sus palabras habían producido, trato de salvar aquella situación imposible:

-         Señor, dijo, mi compañero se ha equivocado sin duda; poco habituado a los nombres a confundido seguramente el de Grau con el de Prat; su intención ha sido pedirnos una copa por Arturo Prat.

La explicación no era excesivamente aceptable; pero el autor del brindis se encargo de poner en claro las cosas:

-         No, Señores, insistió; he dicho Miguel Grau, y no me he equivocado; mi intención ha sido beber una copa por Miguel Grau.

Aquello paso de los límites de lo posible. Con secas y breves palabras de protesta, todos se retiraron de la sala. Era el único camino que quedaba sino quería darse a esa absurda escena un desenlace sangriento. La cadena de la hospitalidad ato muchos brazos que en otras circunstancias se habrían levantado como el rayo en pos de la ofensa”.


GRATITUD
Al marino argentino que brindo en
Chile por Miguel Grau.

No conozco todavía
Ni tú nombre ni tu acento,
Y por ti entusiasta siento
La más grande simpatía.
Yo  anhelo que llegue el día
De verte en mis patrios lares,
Y entre tanto mis cantares
Te envió, noble marino;
En cuyo pecho adivino
La grandeza de los mares.

Tú que has cruzado el Océano
Teñido en la sangre ardiente
De ese marino valiente
Que honro el mundo americano;
Sin pensar que fue peruano,
Brindaste por su menoría,
Y aunque evocar su gloria
Nadie respondió a tu acento,
Agregaste en un momento
Bella pagina a tu historia.

Que mi voz entusiasmada
Llegue hasta a ti agradecida:
Mi patria ha sido vencida
Pero también admirada!

En la lucha desgraciada
Que sostuvo con altura
Grau abrió su sepultura
Con abnegado heroísmo,
Y hoy se goza el patriotismo
Al ver que su gloria dura.

Ven, pues, a playa peruana
En donde, siempre sincera,
Mi bandera a tu bandera
Se enlazara como hermana.
No importa que este lejana
La patria  donde has nacido:
Quien como tú  ha procedido
Y siente noble su pecho,
Puede vivir satisfecho
Entre un pueblo agradecido.



Lima, febrero 6 de 1889.



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OIGA
8 de noviembre de 2012
N° 346

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